Editoriales

América Latina: Recuperación económica liderada por Brasil y Argentina

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Por Juan Notaro

Hace pocos días participe en Washington, D.C (EEUU),  en las reuniones anuales del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), en donde se abordó el nuevo escenario de crecimiento económico global de más del 3% para este y el próximo año, así como los diferentes espacios  globales,  regionales y en ese contexto el papel renovado de la banca multilateral de desarrollo.

El mensaje hacia la banca multilateral fue claro: los países necesitan acciones más unificadas, rápidas, en áreas de prioridad clave definidas por los países y todo ello sin la burocracia actual que dificulta las transacciones, pero con un alto nivel de conocimiento que hoy si es ofrecido por estas instituciones. 

En América Latina y tras un periodo de recesión,  vuelve al crecimiento económico en 2017 con 1,2 %, nivel que se  superaría en 2018 donde llegaría a un crecimiento del PBI regional de 2,3% por ciento, según las proyecciones de consenso de los principales operadores y analistas privados.

Estas proyecciones están basadas en que Argentina retoma el crecimiento este año, con 2,8% y con 3% en 2018, mientras que Brasil crecería con 0.7 en 2017 y 2,3 en 2018.

La cuestión es,  si esta nueva tendencia, alimentada por un sostenido crecimiento del consumo interno,  ha de ser o no sostenible y como los aspectos fiscales, que mucho tienen que ver con el gasto social, logran un razonable equilibrio para que la recuperación sea incluyente.

En todo caso y ante el desequilibrio fiscal que presentan buena parte de los países (28 de 32), es razonable el abordaje gradualista, orientado hacia sostener el crecimiento con un gasto publico que proteja a quienes pueden volver a caer en la pobreza, al tiempo que el escenario fiscal va mejorando.

Según el FMI, el déficit fiscal primario en la región aumento del 0,1% del PIB en 2013, a 2,7 del PIB en 2016, debido a la fuerte caída de los ingresos públicos en razón de la abrupta caída del precio de las materias primas y la desaceleración de la actividad económica.

Empero, varios países (Brasil, Colombia, Chile, Perú, entre otros) de inflación controlada, han logrado utilizar la política monetaria y el tipo de cambio con el dólar para mejorar la competitividad en el corto plazo y así contribuir a la recuperación.

Aunque para lograr la sostenibilidad de la recuperación es imprescindible el incremento de la productividad, algo que requiere transformaciones estructurales y consenso social.

Se trata de reducir la actual brecha de infraestructura, mejorar el desempeño escolar y el  de la educación secundaria y terciaria y facilitar un clima de negocios que sea conducente a la inversión nacional y extranjera. Y para lograr todo esto se necesitan los consensos políticos que puedan hacer viables las reformas en estas áreas críticas para aumentar la competitividad y la productividad.

Es aquí, justamente donde entra el necesariamente ajustado papel de agencias multilaterales de crédito desde el BM pasando por el BID hasta llegar a nosotros mismos, en FONPLATA.

Buscamos estar cada día más cerca de los sectores vulnerables de la población en los países miembros, Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay, enfocados justamente en el apoyo a programas de infraestructura fronteriza, mejoras logísticas, construcción y recuperación de carreteras, agua y saneamiento, en fin, áreas esenciales para el desarrollo.

Ello, combinado con una rapidez en la preparación de los proyectos, hace que FONPLATA pueda en seis meses dejar lista una operación de millones de dólares para ser ejecutada a nivel municipal o provincial en estos países y hacerlo con una alta capacidad técnica de respaldo.

Por ello hemos acordado alianzas estratégicas y cofinanciamientos -ya en ejecución- con el Banco Latinoamericano de desarrollo (CAF) en Paraguay, con el BID en proyectos de integración y recientemente con el NDB (Banco de los BRICS -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) para la ejecución de proyectos en el área sub-nacional de Brasil.

Así, al final de 2017 habremos aportado alrededor de 350 millones de dólares para proyectos que han de favorecer a los sectores de la población  que más lo necesitan.

Texto publicado originalmente en la columna mensual de Juan Notaro en el Huffington Post